Hablar de arte es hablar de personas, de historias, de costumbres y de escisiones, de gusto y de horrores y, como en la vida, del discurso generalizado y establecido y de discursos rompedores e innovadores. Hablar de arte es hablar de la vida, a fin de cuentas. Es una ventana, un espejo, una vía de comunicación con épocas anteriores, pero también con la nuestra. Vemos en el arte historias, personas, costumbres…que pueden ser tan cercanas en años como lejanas en contenido o en sentido. Es una vía de diálogo, de conocimiento, de contacto tan importante y tan necesaria que debemos tenerla siempre en cuenta, preservando su pasado para no olvidarlo y al mismo tiempo manteniéndola en el presente para que tenga un futuro. Siempre que haya personas creativas, rompedoras, innovadoras, personas que sienten, que viven, que disfrutan y sufren, que ríen y lloran, que aman y olvidan, siempre, siempre, habrá arte. El arte no es que sea necesario, es que es innato a todos nosotros, la diferencia es que algunos buscan, como otros hacen con la palabra escrita o hablada, que alguien les vea, les lea y aunque sólo sea por un breve periodo de tiempo, les escuche. El arte representa aquellos intentos de comunicar algo, lo que sea, desde la prehistoria hasta nuestros días. Se trata de comunicar plasmando una idea, una emoción, un deseo, una historia o un hecho que creemos debe ser contado, transmitido y representado de alguna manera para que quede constancia del mismo. No es que diga que cualquiera puede ser artista… Es que cualquiera puede serlo y de hecho todos lo somos en nuestro día a día. El arte puede ser expresado de mil y una maneras, porque forma parte de nuestra esencia. Todos necesitamos en algún momento de nuestras vidas parar, frenar la velocidad del día a día y crear, algo, lo que sea, pero dejar volar nuestra imaginación hasta que encontremos un pensamiento, un lo que sea en el que deseemos quedarnos por un rato y simplemente disfrutar. Ya sea sólo pensándolo o plasmándolo, como decía antes. Esa necesidad no es algo que podamos dejar de lado, ni en nuestro día a día, ni en nuestra educación.
El arte, ya sea a través de la música, del cine, del teatro, de la danza, o de las artes plásticas y visuales debe estar presente, tanto como cualquier otra disciplina, pues más allá del trabajo está la vida, y en esa vida, sin duda, debe haber arte. Cada uno que le ponga el nombre que desee, pero ese medio de expresión de nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestras emociones forma parte de nuestra naturaleza, no podemos obviarlo. Hoy en día debemos tener esas “humanidades” más cerca de nosotros que nunca, porque son imprescindibles para crear personas solidarias, respetuosas, creativas, emprendedoras, personas con ganas de saber más, de no darse por vencidas, personas que quieran hacer del mundo un lugar mejor no a costa de los demás, sino a través de su propio esfuerzo, personas vivas y fuertes pero sobre todo, personas generosas. El arte es una lección de vida porque nos demuestra cómo ha sido la historia, nos permite adentrarnos en otras épocas, conocer otras personas, y ver que hay momentos de los que se debe aprender, para no volver a repetir. Dicen que quien olvida su historia está abocado a repetirla, y para eso, está el arte, para servir de biblioteca de la memoria, y recordarnos, cuando estemos dispuestos a pasearnos entre los muros de un museo, qué ha sido lo que ha ocurrido antes que nosotros y ayudarnos a pensar qué querríamos ver en esos muros en un futuro. Cuáles serán esas obras que hablarán de este momento que vivimos. Cualquier disciplina que nos lleve a este tipo de reflexión es buena y sin duda necesaria para todos pues nos ayuda a pensar en nosotros como personas individuales, como colectivo, como sociedad, como habitantes, como compañeros, como lo que nos consideremos, pongámosle el nombre que le pongamos. El arte, la historia y la vida van de la mano, son prácticamente lo mismo, que nadie nos intente convencer de lo contrario.
Como reflexión final planteo lo siguiente, gastemos menos esfuerzos en pensar cómo etiquetar todo, como reducirlo, e invirtamos más tiempo en deshacer fronteras mentales, en crecer. Debemos buscar motivos de unión como personas que vivimos en un mismo lugar que todos debemos respetar y querer tanto como lo deberíamos hacer entre nosotros. Pensemos en esas obras que un día plasmarán nuestra época: ¿Qué querríamos ver en ellas? ¿Lo que tenemos ahora o algo diferente? Y, por último, ¿qué crees que podrías hacer para cambiar eso que no te gusta y mejorarlo?
Aquí os espero.